Por Isabel Villanueva (*)
El Gabinete de Apoyo Psicológico (GAP) impartió una sesión formativa enfocada al manejo ante intervenciones con pacientes agitados y pacientes agresivos.
El taller fue muy práctico, constó de una breve parte teórica y otra parte en la que las personas asistentes podían ir explicando su experiencia ante situaciones de este tipo, para ir construyendo role playings de situaciones habituales y aprendiendo sobre ellas con una buena dinámica de grupo.
En el taller se pretendía mostrar cómo abordar la intervención de este tipo de pacientes y remarcar la necesidad de garantizar la seguridad personal, puesto que no solo es importante para cuidar de nuestra integridad física, sino también para asegurar una correcta intervención con el/la paciente, por ello se recordaban las pautas de seguridad a tener en cuenta en este tipo de intervenciones.
Ambos perfiles de pacientes:
Paciente agitado es aquella persona que presenta un estado de alta actividad mental y de hiperexcitación motora sin un objetivo claro para el que interviene.
Los pacientes agitados pueden serlo por causas psiquiátricas, orgánicas y no siempre son personas con comportamientos agresivos.
Un paciente agresivo es el que manifiesta una conducta violenta dirigida a provocar daño físico o psicológico, mediante gestos, amenazas, agresión física, etc . El daño puede estar dirigido hacia otros, hacia sí mismo, hacia objetos, etc.
Pautas de seguridad de los intervinientes:
En los talleres del GAP aprendemos de manera vivencial, la información vivenciada es una buena guía para la intervención, debemos recordar que este tipo de pacientes son personas que están sufriendo y que tienen conductas inadecuadas.
El enfado suele aparecer cuando alguna necesidad importante para nosotros no está siendo satisfecha, llama a poner un límite que ha sido sobrepasado, esta emoción es universal y puede ser de ayuda en algunas situaciones, el problema no es tanto la emoción, sino lo que hacemos con ella. Es la expresión del enfado lo que puede ser inadecuado. Pero en la intervención suele funcionar poder rastrear el origen de la misma, poder interesarse por la persona que no está siendo atendida, muchas veces se trata de la necesidad de ser escuchado o de empatía.
En el caso de paciente agitado se podrá revisar si la causa de la agitación tiene como origen un trastorno orgánico para poder abordar la causa raíz como primera intervención. Podemos aplicar después las pautas de intervención verbal para paciente agresivo.
Es importante también recordar que en el caso de un paciente agresivo posiblemente la actitud agresiva no esté dirigida a nuestra persona, en ese momento somos una figura de autoridad y es posible que la persona esté desplazando su enfado hacia nosotros. También es habitual que el paciente muestre agresividad para poder tapar otras emociones que le resultan más desagradables, como miedo o dolor.
La intervención de primera elección es la intervención verbal, el objetivo de este abordaje es:
En ocasiones una forma de ayudar a que el/la paciente sea contenido/a es usar la muestra de fuerza o muestra de recursos.
Esto es, presentar un número adecuado y suficiente de personas que en caso de perder el control del paciente, puedan reducirlo con facilidad. La violencia física aparece cuando las capacidades de autodominio disminuyen, una presencia numerosa puede servir como forma de disuadir al paciente a llegar a la agresión física.
Sólo en el caso de que las intervenciones de primera instancia no sean efectivas se pasaría a las de segunda elección, que son pautadas por un médico o personal del orden, como la contención física o farmacológica. Este recurso, para que sea terapéutico debe cumplir estas condiciones:
Esperamos esta guía general os sea de utilidad.
(*) Isabel Villanueva es psicóloga de Grupo Ambuiberica y profesora del Instituto de Formación Virgen de San Lorenzo