09 / 03 / 15
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LA COMUNICACIÓN CON LOS NIÑOS (2). POR ISABEL VILLANUEVA (GABINETE APOYO PSICOLÓGICO AMBUIBÉRICA)

En un post anterior recopilaba algunas orientaciones y sugerencias para facilitar la comunicación con los pacientes en las intervenciones de los técnicos en emergencias sanitarias. Unas pautas genéricas para ofrecer unos Primeros Auxilios Psicológicos provechosos también en materia de comunicación.

 

En esta entrada voy a seguir con estos principios de comunicación general, pero refiriéndome a un colectivo determinado: el de los niños. Así, por ejemplo, ¿Qué características especiales tiene la comunicación con los NIÑOS menores de 6 años?

 

En un accidente o ante una enfermedad, los niños de una edad inferior a 6 años se pueden sentir mucho más indefensos y vulnerables que un adulto. Además, pueden tener dificultades para poder expresar cómo se sienten, como están, o para entender lo que les estamos diciendo.

 

Podemos establecer una relación con ellos mediante el juego. Acercarnos a su mundo (dibujos animados, preferencias, etc) y, siempre que sea posible, junto a la madre, el padre o un familiar.

 

Si están disponibles los padres, hay que desarrollar la comunicación con su intermediación, ya que son los que más conocen al niño y son con quienes más seguro se siente él. Si los familiares no están presentes, es conveniente que el niño tenga una persona de referencia cerca, alguien con quien tenga más contacto, para favorecer que se sienta cuidado y protegido.

 
Ante un niño es muy importante IDENTIFICARSE. Los niños suelen estar educados y concienciados para no hablar con extraños. Puede que el niño no sepa leer o que no sepa deducir por el uniforme quienes somos. Debemos explicarles, de forma sencilla, quienes somos: “Los que conducimos la ambulancia” , por ejemplo.

 
También es importante NO MENTIR. Si nos hacen preguntas que no podemos o consideramos no adecuado contestar, debemos responder de forma general o demorar la respuesta (Por ejemplo: “En cuanto sepa algo más te lo cuento”, “No estoy seguro”…)

 
Debéis evitar “sermonearle”. NO SOIS SUS PADRES. Evitar reñirle; darle información y apoyo.

 
Adaptar el lenguaje a la edad del niño supone darle instrucciones SENCILLAS, CLARAS, FIRMES, ADAPTADAS A SU EDAD Y SITUACIÓN.

 
Durante las labores de rescate, puede ser útil ANIMAR (“Eso, es… Sujeta esto… ¡¡¡Lo estás haciendo muy bien!!!”), DISTRAER y ENTRETENERLE (“¿Cuantos años tienes? ¿Habías estado antes aquí?”)

 
Una situación que debemos cuidar con atención se produce cuando el niño ha sufrido un suceso potencialmente traumático (accidente, catástrofe, lesión, visión impactante, etc). Es muy importante permitir que el niño se exprese emocionalmente: no dejarle solo, que tiemble. Hay que mantener el contacto físico con él, si es posible. Respetar su ritmo, buscando un lugar tranquilo y, a ser posible, con poco ruido.

 
Para evitar el trauma, es muy importante no realizar pruebas o inmovilizaciones si el niño está muy alterado. Hay que esperar a que el niño se tranquilice antes de inmovilizarle o intervenirle.

 
Como habitualmente la familia suele estar presente para acompañar al niño y para apoyarle a superar el incidente crítico, podéis ofrecer algunas claves a las familias de cómo acompañar al menor:

 
– Que no mienta al niño para “evitar sufrimientos”
– Que facilite el hablar y compartir los sentimientos. Permitir el llanto, evitando frases del tipo “Los chicos no lloran”, “Con lo mayor que eres…”, “ ¡Ala, que ya ha pasado, deja de llorar!”
– Si alguna persona querida ha fallecido, dar explicaciones adecuadas sobre la muerte:
> Dar explicaciones claras y simples
> Explicar que la muerte es irreversible, que el ser querido no regresará.
> Evitar decir “Está durmiendo” o “Está feliz en el cielo” “Está con los angelitos”…
> Explicarle que nadie ha muerto por su culpa o por algo que haya hecho.
> Informarle que puede sentir muchas emociones diferentes, como enfado, tristeza, rabia, alivio, etc.

 
Recordar que el dolor forma parte de la vida,. El contacto de este niño con el dolor será posiblemente una experiencia importante es su vida, de modo que si aprende a manejar el dolor emocional, de forma paulatina, a su ritmo, acompañado, experimentando que se puede atravesar este dolor y que éste no durará siempre, aprenderá una valiosa lección que le acompañará en su vida adulta.

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