30 / 09 / 14

“Cambié el camión por la ambulancia tras un accidente laboral”

Juan Trabazos tiene 43 años y lleva ocho trabajando para Grupo Ambuibérica en Alcañices, Zamora, como técnico conductor de ambulancia. Juan lleva bastantes años más al frente de un volante, ya que anteriormente conducía un camión. Una mala experiencia, un accidente laboral, le hizo descubrir, como paciente, lo que iba a ser su nuevo oficio, que ahora vive con dedicación. Además de conducir una ambulancia, Juan colabora con Fundación Ambuibérica en la formación en Primeros Auxilios de jóvenes y adultos.

 

P: ¿Por qué decidiste cambiar el camión por la ambulancia?
R: Esta decisión la tomé tras sufrir un accidente laboral. Pasé muchas horas en la ambulancia y, poco a poco, con las conversaciones que mantenía con el personal que me llevaba, fue gustándome este oficio.

 

P: ¿Cómo es el día a día en Alcañices?
R: Los servicios más habituales que prestamos en la base de Alcañices están relacionados con los casos de caídas, fracturas o lesiones, sobre todo, en personas mayores. En ocasiones, y debido a que nos encontramos en un punto estratégico de carretera, tenemos que atender accidentes de tráfico, algunos muy graves. Este verano, por ejemplo, en dos meses, hemos tenido cuatro fallecidos y otros tantos heridos graves o muy graves en accidentes de tráfico.

 

P: Llevas 8 años trabajando en Ambuibérica: ¿Cuál ha sido tu experiencia más difícil en ese tiempo?
R: Un accidente de un niño, que impactó con la bici contra la pared de una casa. Es la peor de las experiencias que he vivido. Cuando llegamos estaba inconsciente, con traumatismo craneoencefálico y pérdida de globo ocular y parada cardiorrespiratoria. Al final, salió adelante y está bien.

 

P: Al margen de tu trabajo, eres voluntario de la Fundación Ambuibérica y has participado en la formación de jóvenes en Primeros Auxilios…
R: Fue tras una charla con José Manuel Vega, el responsable de la Fundación, que me invitó a asistir a una de estas formaciones en el Colegio Comarcal de Alcañices. Me gustó tanto la experiencia que, incluso antes de existiera la posibilidad formal de participar en el voluntariado, ya acompañé a la Fundación en otras charlas.

 

P: Recientemente habéis impartido esta formación en los centros de menores Can Llupià y L’Alzina, en Barcelona. ¿Cómo ha resultado esta experiencia con jóvenes internos?
R: Ha sido algo especial, para mí y para todos los que asistimos. La entrada en esos centros impone; sobre todo, por la seguridad y la disciplina férrea que tienen. El régimen interno es muy estricto. Al principio, los menores internos se mostraban un poco reacios pero, a medida que avanzábamos con la charla y con las prácticas, iban acercándose y colaborando. Pasaron de una actitud inicial de no querer participar como voluntarios en las actividades a ofrecerse para ello, sin que tuviéramos que pedírselo.

 

P: ¿Y vuestra relación con la asociación Sonrisas Azules, que ha organizado esos actos en Barcelona?
R: Muy buena y muy grata. Nos acompañaron en todo momento y nos facilitaron todas las tareas. Cuando llegamos a los centros, estaba todo preparado y la coordinación fue fabulosa. Una gran colaboración y unas grandes personas, como Carmen, Montse y David.

 

P: ¿Por qué es importante la formación de los jóvenes en Primeros Auxilios?
R: Es muy importante que la población, en general, esté formada en primeros auxilios. La primera intervención es crítica para salvar la vida del paciente. Una mala atención puede ser muy perjudicial y, por eso, intentamos formar a las personas; cuanto más jóvenes, mejor. Para los jóvenes, esta formación les aporta, sobre todo, humanidad. A partir de ahí, todo es más sencillo: qué se debe hacer, qué no se debe hacer; pero, ante todo, está el comportamiento humanitario.

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