07 / 06 / 16
Ansiedad

Actuación en caso de hiperventilación y ansiedad

Por Isabel Villanueva (*)

Necesitamos respirar para vivir. La respiración es un acto tan cotidiano y necesario que a veces no nos damos cuenta de lo importante que es para la vida, el cuidado y el equilibrio del organismo.

La respiración tiene un componente involuntario, de control automático y un mecanismo consciente que es el que nos permite hacer cambios voluntarios en el ritmo y profundidad respiratoria.

Este mecanismo involuntario y automático es el que nos permite respirar mientras dormimos o no estamos conscientes.

Si cambiamos la parte voluntaria de la respiración veremos que rápidamente notamos efectos en nuestro cuerpo. Si respiramos menos que habitualmente es como si ocupáramos menos espacio y sentimos menos energía, si por el contrario respiramos con mayor amplitud o frecuencia notaremos más energía, un ligero mareo y si continuamos respirando así posiblemente empecemos a notar algunos de los síntomas de la hiperventilación, calor, sudoración, temblor, dificultad para respirar. Estos síntomas aumentados (hasta llegar a la tetania, que es una parálisis de las manos reversible y el desmayo) son los que puede experimentar una persona con un ataque de pánico o un ataque de ansiedad.

Al aumentar la cantidad de Oxígeno y disminuir la cantidad de CO2 en sangre, algunos vasos sanguíneos se estrechan y llega menos sangre al cerebro, el cuerpo trata de equilibrar la respiración reduciendo de forma natural el impulso de inspirar, lo cual puede aumentar la ansiedad de la persona, que a estas alturas de la película puede que crea que está teniendo un ataque cardiaco o que se está muriendo.

En estos casos, como técnicos si queremos ayudar a alguien con esta respiración alterada lo mejor que podemos hacer es RESPIRAR TRANQUILOS NOSOTROS. Los humanos aprendemos muy bien por imitación y no hay mejor incitación a la calma que respirar tranquilo con el paciente. También podemos indicarle algunas instrucciones sencillas para que vuelva a respirar normal, como contar hacia atrás, o espirar el aire como si soplara una vela. La respiración abdominal puede ser una gran ayuda también, en este tipo de respiración llevamos el aire a la parte más inferior de los pulmones, moviendo el diafragma, al suceder esto el abdomen se mueve, por eso se llama así. Respirando de esta forma, cogemos mejor el aire y activamos el sistema parasimpático a través de la estimulación del nervio vago.

Es mucho lo que podemos hacer para acompañar a alguien que está nervioso y con la respiración alterada y mucha ansiedad. Lo más importante es ESTAR a su lado, con una actitud cálida y sin juicios, RESPIRAR a su lado, con una respiración lenta y calmada. La calma se invita con la calma. Nadie se muere de un ataque de ansiedad pero es una vivencia muy desagradable, por eso nuestra presencia puede marcar una diferencia en duración e intensidad de las sensaciones desagradables para el paciente.

Para acompañar a un humano hace falta piel y corazón caliente. Si además lo envolvemos con algún conocimiento técnico bien integrado, podéis estar seguros de que vuestra intervención estará siendo un gran apoyo para la persona.

(*) Isabel Villanueva es psicóloga de Grupo Ambuibérica y profesora del Instituto de Formación Virgen de San Lorenzo.

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